Ipzent Sequera Blanco: Un Legado de Amor y Vocación en la Educación
El 28 de enero del 2020 marcó una partida dolorosa para el colectivo nacional del Área de Inglés de la UNEM. Ese día, despedimos a nuestra querida y recordada Ipzent Sequera Blanco, tutora, amiga, madre, y sobre todo, un ser humano extraordinario cuya luz sigue brillando en los corazones de quienes tuvimos el privilegio de conocerla. Nacida en 1973 en Choroní, estado Aragua, Ipzent fue una mujer carismática, noble y alegre, cuya personalidad vibrante dejó una huella imborrable.
Licenciada en Educación con especialización en la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera, Ipzent fue mucho más que una profesora. Fue una constructora de puentes, una sembradora de esperanza y una encarnación viva de lo que Paulo Freire definía como "la pedagogía del amor": una forma de enseñar que parte del afecto, el respeto y el compromiso con el otro. Como ella misma solía decir: "Lo importante no es solo enseñar inglés, sino hacer que los estudiantes se sientan capaces de aprenderlo."
Su recorrido profesional inició en el INCES de Campo Alegre en Maracay, pasando por el Tecnológico de La Victoria (hoy Universidad Politécnica de Aragua). Fue allí donde comenzó a despertar su pasión por los idiomas. Tras una pausa para dedicarse a la maternidad, decidió iniciar la carrera de Educación en Inglés en el Pedagógico de Maracay en el año 2000. A pesar de sus inseguridades y el desafío de equilibrar sus estudios con la vida familiar, Ipzent demostró una valentía admirable. Culminó su carrera con éxito en 2006, siendo ya madre de tres hijos, quienes fueron siempre su motor y su razón de ser.
Su compromiso con la educación pública y su pasión por el trabajo comunitario la llevaron a dar clases en lugares remotos como Cuyagua, adentros de la costa aragüense, viajando diariamente desde Maracay a través de carreteras angostas y neblinosas. Jhoanna Ruiz, su amiga más cercana, relata: "Ella amaba su comunidad, su gente, sus estudiantes. Hasta que un día, tuvo que renunciar al cargo por su salud."
Ipzent enfrentó grandes retos de salud, incluyendo una operación que la dejó sin habla por un tiempo. Pero incluso en esos momentos difíciles, nunca perdió su esencia. Su risa, sus chistes y su forma espontánea de hablar ("¡cómo hablaba!") eran medicina para quienes la rodeaban. Con el tiempo, y tras una larga recuperación, regresó a lo que más amaba: enseñar.
En 2014, se sumó con energía renovada a la Micromisión Simón Rodríguez, que luego se integraría a la naciente UNEM. Allí, comenzó como facilitadora en el estado Aragua, más tarde se convirtió en tutora del Distrito Capital, donde su grupo de estudiantes, a quienes cariñosamente llamaba "mis niños y niñas", creció con su guía y afecto. Posteriormente, asumió la responsabilidad del oriente del país dentro del programa "Chamba Juvenil", con especial foco en Monagas. A pesar de las dificultades económicas, nunca dejó de viajar donde hiciera falta. "Tranquila... allá consigo donde quedarme", decía con su típico optimismo.
Su legado no solo vive en quienes fueron sus estudiantes o colegas, sino también en los textos educativos a los que contribuyó, como el libro de Inglés de 5to grado, y en las publicaciones colectivas que ayudó a construir dentro de la UNEM. Fue, sin duda, una maestra en el sentido más completo del término: formadora, guía, amiga, confidente y faro para nuevas generaciones.
Ipzent Sequera Blanco fue y sigue siendo un referente pedagógico, un ejemplo vivo de que la educación se transforma con pasión, compromiso y, sobre todo, con amor. Como diría Freire: "La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo". Y eso fue justamente lo que ella hizo con su vida.
Agradecemos profundamente a las autoridades de la UNEM por este homenaje póstumo a quien supo ser una luchadora incansable, una soñadora empedernida y una enamorada de su Choroní y de la patria de Bolívar. Gracias, Ipzent, por tanto amor sembrado. Tu memoria sigue viva, hoy y siempre.
2 Comentarios
Un Corazón Que Abrazó a Venezuela: El Legado Inmortal de Ipzent Sequera Blanco
ResponderEliminarHay almas que, con su paso por la vida, dejan una estela de luz tan intensa que su brillo perdura mucho después de su partida. Ipzent Sequera Blanco fue una de esas almas, un ser cuyo nombre evoca de inmediato amor, amistad, dedicación y una entrega incondicional por la educación en Venezuela. Su existencia fue un himno a la patria, un testimonio conmovedor de cómo un solo corazón puede abrazar a una nación entera.
El Latido de una Pasión por Venezuela
Ipzent no amó a Venezuela de forma abstracta; la amó con cada fibra de su ser, con cada acto de su vida. Su pasión no era una simple idea, sino la fuerza vital que lo impulsaba a servir, a construir y a creer firmemente en un futuro mejor para su tierra. Cada palabra, cada gesto, cada esfuerzo de Ipzent era un tributo a la Venezuela que llevaba grabada en su alma. Su dedicación fue un faro de esperanza, un recordatorio constante de que el verdadero amor se manifiesta en la entrega desinteresada.
Amazonas: Un Viaje al Corazón de la Tierra y la Amistad
Entre los capítulos más sublimes de su vida, se encuentra su mágica estadía en el estado Amazonas. No fue un simple viaje, sino una inmersión profunda en la esencia más pura de Venezuela. Allí, en la vastedad verde de la selva, Ipzent no solo fue un visitante; fue una hermana, una compañera de camino para sus queridos Cruz, Oscar, Nathalie y Rasuldin. Juntos, compartieron la invaluable experiencia de adentrarse en las comunidades indígenas, esos guardianes ancestrales de nuestra cultura.
Con ellos, Ipzent compartió risas que resonaban bajo el dosel de los árboles, historias que se tejían al calor de la tertulias en las noches y el profundo respeto por las tradiciones que se transmiten de generación en generación. No hubo barreras, solo la calidez de la conexión humana. En cada mirada, en cada gesto de hospitalidad, Ipzent encontró una confirmación más de la riqueza incalculable de Venezuela, una riqueza que va más allá de sus paisajes y reside en el alma de su gente.
Y luego, la visita al Tobogán de la Selva, ese prodigio natural donde la diversión se fusiona con la majestuosidad. Con Cruz, Oscar, Nathalie y Rasuldin, Ipzent se dejó llevar por la alegría pura, deslizándose entre las rocas pulidas por el tiempo y el agua, sintiendo la energía vibrante de la naturaleza en su máxima expresión. Esos momentos, compartidos entre amigos, en un paraíso tan venezolano, sellaron no solo recuerdos, sino también la profunda convicción de Ipzent sobre el tesoro que poseemos.
Un Tejido de Amor y Legado
El legado de Ipzent Sequera Blanco no se limita a su inmenso amor por Venezuela. Se extiende como una red invisible de amistad y solidaridad. Fue una amiga excepcional, una confidente leal, un pilar de apoyo para quienes tuvieron la dicha de tenerla en sus vidas. Su capacidad para tender puentes entre corazones y su inagotable generosidad la convirtieron en un ser inolvidable.
Ipzent nos enseñó que la verdadera grandeza reside en la capacidad de amar sin reservas, de dar sin esperar nada a cambio y de construir lazos de afecto que resisten el paso del tiempo. Su espíritu sigue viva en cada historia compartida, en cada sonrisa que evoca su recuerdo y en el compromiso continuo con los valores que ella tanto exaltó.
Hoy, al honrar a Ipzent Sequera Blanco, no solo recordamos a una mujer excepcional, sino que celebramos un legado que nos inspira a ser mejores venezolanos, a amar nuestra tierra con la misma pasión que ella, y a cultivar amistades que, como las suyas, son eternas. Su vida fue una poesía escrita con actos de amor, y su memoria, un faro que seguirá iluminando nuestro camino... Zalfigar Rasuldin
Excelente iniciativa... éxitos infinitos compañeros... se acerca la meta final... graduarnos de MCs... amén!
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